- Muchos adolescentes han puesto en marcha sus proyectos siendo menores.
- Reivindican un cambio de modelo que valore el esfuerzo y la innovación.
- Reconocen que la edad y el miedo al fracaso son las principales trabas.
La mayoría no tienen edad para conducir pero sí su propia empresa o una idea de negocio entre manos. Son adolescentes, pero combinan clases y los exámenes en el instituto con reuniones de trabajo, conversaciones vía Twitter con posibles inversores y conferencias en eventos como Red Innova , uno de los congresos más importantes del mundo sobre Internet, emprendedores y nuevas tecnologías.
Precisamente allí Javier Agüera (@javimaker) hablaba hace unos días de su propia generación como ‘Creadores Conectados’. Viven siempre on-line pero lo hacen de forma natural. Para ellos Internet no es una revolución, ya estaba ahí cuando llegaron.
Es simplemente la extensión natural de su vida offline y el lugar en el que desarrollar sus proyectos y dar rienda suelta a su curiosidad. “No somos peores por ello, simplemente somos una generación diferente”, asegura.
Simplemente somos una generación diferente
Con 16 años Javier montó una tienda de camisetas, luego un estudio de videojuegos y otras dos Startups . Ahora tiene 20 años y su propia empresa de telefonía móvil, Geeksphone, la primera de origen español en fabricar smartphones y la primera en Europa en lanzar un teléfono con el sistema Android de Google. ¿Qué por qué lanzarse a emprender siendo tan joven?
¿Y por qué no?
Esa podría ser su respuesta. Es también el título del libro sobre economía y empresa de Jaime Bravo (@JaimeMAD). Tiene 15 años y es “estudiante y mentor en una incubadora de software”.
Ahí conoció a Luis Iván Cuende (@licuende) y Alberto Elías de Ayala (@aeliasnet), fundadores de la empresa Holalabs. Con solo 16 años tienen ya dos productos en el mercado: 'Hola Desk', un escritorio en la nube, y 'HolaIO', una herramienta que simplifica el desarrollo de aplicaciones evitando tener que repetir el trabajo para cada tipo de dispositivo.
Y empiezan a aparecer oportunidades para monetizarlas. “No lo hacemos por dinero, aunque bienvenido sea. Parece que a la gente no le importa lo que puedas ayudar con tus proyectos sino solamente lo que ganes con ello y eso es lo que habría que cambiar”, afirma Luis.
“En vez de jugar a la ’Play’ hago esto”
Con 10 años Alberto Elías “soñaba con montar la empresa más importante del mundo de desarrollo tecnológico”. Su socio, Luis, tenía 12 años cuando creó su propio sistema operativo, Asturix, del que está a punto de sacar la cuarta versión.
“Fuimos los primeros en crear un sistema de acceso por detección facial con webcam, sin contraseña, antes incluso que grandes empresas como Microsoft”, afirma orgulloso.
Aunque asegura que sus amigos empezaron a tomarle en serio cuando vieron que podía ganar dinero, en su caso un premio en metálico como mejor hacker europeo menor de 18 años.
Jorge Izquierdo ( @izqui9 15 años) quería comprarse un Iphone, y decidió tratar de ganárselo haciéndose desarrollador de aplicaciones iOS. Tiene dos en el mercado, 'Ag++enda' y 'Urlate', útil para demostrarle a tu jefe, mediante imagen y posicionamiento en el mapa, que si llegas tarde es porque estás metido en un atasco.
Eso le da algo de dinero, pero él asegura que programar es un hobby. “En vez de jugar a la ’Play’ hago esto. Le dedico las vacaciones y fines de semana, en exámenes no puedo”, afirma. “¿Y has conseguido el iPhone?”, le pregunto. Se ríe: “Me lo trajeron los Reyes”.
Las trabas de la edad y el miedo al fracaso
Encontrar inversores siendo menor de edad no es tarea fácil “en España hay muchas ideas preconcebidas. Cuando llegas a una reunión con un directivo de una gran empresa como Telefónica se sorprenden. En China, Reino Unido o Alemania no es así. Aquí al final ven que sabes de lo que hablas y vas en serio y te aceptan, pero cuesta”, afirma Javier Agüera. “Lo importante es tener una idea y eso te puede pasar a los 16 o a los 50”, insiste.
Néstor Palao (@menpalapps), otra joven promesa de las aplicaciones, coincide: “¿Por qué si estamos haciendo cosas, haciendo un esfuerzo por hacer algo nos cierran puertas por la edad y nos juzgan por ello?
En España hay muchas ideas preconcebidas, pero en otros países no es así
Para aprender hay que caerse y cuánto más tiempo tengas para caer y levantarte, mejor”. Él prepara actualmente una aplicación basada en el concepto de guía social de viajes y vinculada a la realidad aumentada, que saldrá al mercado próximamente. Ha puesto mucho esfuerzo en ello y espera que eso tenga su recompensa pero no cree que el fracaso deba ser visto siempre como una desgracia.
Marina L. Aísa (@MarinaAisa) es ejemplo de ello. Todo empezó por su afición a la música anglosajona. “Harta de ver vídeos mal traducidos y con una calidad y diseño pésimos decidí crear un canal de videoclips subtitulados con calidad que permitiesen aprender idiomas”.
Así nació Navhy, y aunque los problemas de derechos con las discográficas impiden hacer de ello un negocio rentable esa idea le ha abierto otras oportunidades “además de otros proyectos, soy la encargada de la promoción gráfica del cantante estadounidente Tony Brown que conocí gracias a Navhy y que me encargó su promoción visual (edición de photoshoots, portadas de albums...)".
"La creatividad, la curiosidad y el compromiso son claves para el futuro y no es posible fomentar la creatividad si hay pánico al fracaso", asegura Javier.
Néstor insiste: “Hay que erradicar de la educación esa cruz que se pone al que se equivoca intentando algo nuevo”. Él fue uno de los primeros alumnos de Iniciador Kids, una iniciativa pionera en España que cree fundamental en ese cambio de mentalidad .
Educar para emprender
La Fundación Iniciador es una entidad sin animo de lucro que pretende allanar el camino a los emprendedores con talleres y actividades dónde compartir conocimientos y experiencias. Y dentro de este proyecto se enmarca desde hace un par de años Iniciador Kids, orientado a niños de entre 8 y 14 años aproximadamente.
Organizan talleres y campamentos donde a través de los consejos de verdaderos emprendedores y básándose en proyectos reales les transmiten una mentalidad abierta a la hora de enfrentarse a un problema y aportar soluciones, fomentan el esfuerzo y la creatividad y tratan de enseñarles que un fracaso no tiene por qué ser siempre negativo, sino una experiencia de la que aprender para emprender de nuevo.
¿Qué tipo de niños acuden? Según José Pico, uno de sus fundadores, algunos son hijos de emprendedores que tienen claro que también quieren serlo. Otros simplemente niños con mucha curiosidad y ganas de hacer cosas para los que esta puede ser una vía para canalizar esas capacidades.
En España los adolescentes nos conformamos con la paga, en EE.UU. salen a vender limonada
“En España los adolescentes nos conformamos con la paga. En Estados Unidos salen a vender limonada. Fomentemos el esfuerzo” asegura Néstor Palao. Porque, tal y como afirma Picó, “no vemos el emprender como el medio para formar necesariamente una empresa sino como un medio para hacer tu sueño realidad, y ese puede ser convertirse en futbolista o bailarina. Emprender es fomentar lo que rodea a tu sueño”.
Quizá por ello y a pesar de los prejuicios y las dificultades todos los protagonistas de esta historia se declaran enormemente satisfechos y coinciden con Luis: “Me gusta la vida que llevo, estar aprendiendo y desarrollando ideas. Soy feliz así y son los que nos juzgan los que deberían abrir la mente”.
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